viernes, 8 de julio de 2011

Con retraso (Cronica QH11 Fernando Susin)

Y por fin hemos superado ya esta edición de la QH. Durante las últimas semanas se me ha hecho muy larga la espera… Menos mal que las sensaciones generales han sido satisfactorias. Vamos a ello.

Viernes: Recogida de dorsales y reagrupamiento en la casa de Juan. Ahí pasaremos la noche Fernando Alquezar, Oscar Mateo, Jorge Lucia, Paco Morandeira y yo. Además nos acompañan Elisa y el mencionado Juan. Me sorprendo de que pese a haber experimentado en otras ocasiones la espera del día siguiente, no solo no me habitúo a ella, si no que cada vez estoy más nervioso. Planteo dudas de todo tipo; ¿Qué ropa vais a llevar? ¿Cuántos geles, barritas pensáis tomar? ¿Vais a parar? ¿Dónde? ¿A qué hora vais a despertaros? ¿Queréis guantes de gasolinera?... En fin, un caos. En otras pruebas este tipo de cosas me dan igual, pero en esta… todo es diferente. Bien de pasta para cenar, algún trocito furtivo de longaniza de Graus y a la cama.

Sábado: A las 6:15 nos juntamos con Roberto Artal y Pedro Revuelta en Pirenarium. De ahí rodamos hasta la salida. Con el madrugón, nos hemos conseguido posicionar bastante cerca de los cajones por tiempo. Yo llevo un bonito dorsal de color azul (cajón Orbea) que me habría permitido no hacer tanta espera (45 minutos desde que llegamos hasta que arranca la prueba) y salir algo más cerca del grupo de cabeza. Como ha habido acuerdo en salir todos juntos y estamos muy bien colocados, no lo dudo ni un instante. Pasamos un buen rato y aprovechamos para hacernos fotos.



Comienza el asunto. La primera novedad de este año será que estamos dando pedaladas a los pocos minutos del disparo de salida, no a los quince (o más) de otras ediciones. Los primeros metros con calma, más que nada porque no hay sitio ni para toser. Y sin embargo, alguno del grupo (Roberto y Pedro) ha salido con más decisión que el resto. A Roberto no hay quien le tosa, pero sí que me animo a intentar alcanzar a Pedro. Lo consigo en el primer repechito, a costa de 180 pulsaciones/minuto ya en el primer kilómetro... Al superar la parte ascendente, cambio a plato grande y se me sale la cadena. Me huele a chamusquina, porque esa misma semana llevé a revisar la bici y nunca se me ha salido la cadena al subir plato. Me quito la idea de la cabeza y mientras vuelvo a colocarla en su sitio, me superan el resto de chicos Asser, quienes tras preguntar y ver que no es nada grave, continúan. Vuelvo a montarme sobre la bici y en la larga avenida de Sabiñánigo, he vuelto a enlazar con Paco, Jorge, Fernando y Oscar. Voy histérico, con las pulsaciones a mil, con rabia por haber perdido a Pedro y con miedo por si va a suponer una constante lo de la cadena…

Al salir de Sabiñánigo ya me he metido en harina para intentar alcanzar la rueda de Pedro. No miro para atrás, pero intuyo que el resto del grupo no me sigue. Al final es así. Pese a que el terreno es favorable, me doy una buena soba. Voy saltando de grupo en grupo, sin importarme si alguien colabora o no. Voy decidido y no pienso en lo que puede pasar avanzada la prueba. A la altura de Jaca (donde los puentes peatonales) localizo el “objetivo” y en los primeros compases del Somport, ya he enlazado. Me tomo unos minutos de recuperación y enseguida la situación cardíaca se regulariza. La subida la hacemos a un ritmo alegre, y la verdad es que no tengo sensación alguna de cansancio en las piernas. Me imagino haciendo el resto de la prueba con Pedro y me gusta la idea. Le digo que hay que intentarlo!! Al paso por Canfranc estación, distinguimos a un Asser siendo atendido por una ambulancia. Mal rollito… Por delante nuestro solo pueden ser Roberto o Chema. Veo que el casco y zapatillas son de color rojo, por lo que se trata de Chema. Cuando pasamos por su lado y lo animamos, se despide creo un tanto compungido. Probablemente para entonces ya había tomado la decisión de no continuar.
Una vez en la cima del puerto, voy 12 minutos por delante del tiempo que había calculado para hacer 7:30 totales, tiempo que me marqué como el mejor posible según mis condiciones. Esto provoca tal subidón de adrenalina en mi cuerpo, que me pongo a hacer el descenso fuerte fortísimo. Es en ese momento cuando dejo atrás a Pedro. No soy consciente de ello hasta que cambio a la carretera buena y puedo mirar hacia atrás sin miedo a matarme. O simplemente con posibilidad de ver algo! Menuda niebla más espesa... Al principio dudo si esperarlo o no, pero luego cambio la visualización de la entrada a meta juntos, por otra entrando con un tiempo final cercano a las siete horas… Para qué voy a decir lo contrario, me siento “culpable” pero a la vez motivado, jejejeje.



Hasta Escot el terreno ayuda a rodar rápido. Continúo en la dinámica de ir cogiendo grupos, hasta que alcanzo uno muy numeroso y que rueda rápido sin que yo entre a dar relevos. Perfecto, aquí me planto! Aprovecho para comer, beber, y aunque está lloviendo generosamente y llevo chubasquero, decido no ponérmelo para no ocultar la bonita equipación que visto ;)

Lo cierto es que aunque estoy calado, no paso nada de frío. Los periódicos están haciendo una muy buena labor, hasta que llega el Marie Blanque y me sobran por completo. Además, para entonces apenas llueve.

Yo creo que todos conocemos el recorrido de esa cara del Marie Blanque. Los cuatro primeros kilómetros asequibles, y los tres últimos muy duros.

Hago un paréntesis para comentar que el fin de semana anterior fuimos a entrenar por el Pirineo a hacer Portalet y Marie Blanque, y aunque ascendimos por la cara que es de descenso en la QH, decidimos bajar los kilómetros difíciles de la cara de la prueba como penúltimo regalo y reencontrarnos con sensaciones. Estuvo bien la idea, porque ya entonces fui consciente de que el desarrollo que montan mis nuevas y flamantes Mavic, es probablemente mucho para mis piernas. El hecho de no poder meter el último piñón (25) tampoco ayudó… Subí clavado y con un dolor de riñones inédito hasta el momento.

Volviendo a la prueba, y con la experiencia adquirida, decidí ir de pié la mayor parte del tiempo para no tirar tanto de lumbares. Eso restaba algo de velocidad a mi forma de pedaleo, y pese a subir clavado, de las lumbares no se supo nada. El tiempo que hago en la cima, incluso habiendo bajado la progresión, sigue siendo óptimo para llegar en siete horas. Como dato, decir que el gran Roberto pasó ocho minutos delante de mí. Lo que resulta obvio es, que aun queda mucha prueba…

Otro nuevo descenso. Como es costumbre, a bajar rápido y a ser posible recortar segundos al tiempo total. En esto me pasa uno que es una maravilla verlo descender. Entre miedo y admiración. Que barbaridad!! Yo que pensaba que bajaba bien… Iluso!!

Los kilómetros a Laruns son muy lentos. No hemos coincidido un grupo numeroso en esa fase, y creo que todos vamos reservones pensando en el Portalet. Nuevamente, aprovecho para comer y beber.

En esas primeras rampas del puerto, no me encuentro tan ligero de piernas como antes, pero estoy muy concentrado en hacerlo bien y aguanto con el grupo que se ha formado. Es un espejismo efímero… Se confirma. Se acabó lo que se daba. Pierdo comba y no hay estrategia física o mental posible. No voy asfixiado, se trata de que las piernas no responden a lo que mi cabeza le pide que hagan. Ingratas… Para entonces me he quedado sin agua y necesito hacer la primera y única parada justificada en Les Eaux Chaudes. No hay nadie en la fuente y la interrupción resulta un visto y no visto. Al reanudar, como es de esperar, todo sigue igual. A esto que comienzan a darme retorcijones en el estómago. Nunca me sientan bien los geles. Uno o dos, los tolero, pero a partir del tercero, me voy por el patín. Ni me planteo parar a… eso. Así que subo sin fuerzas y con molestias en la tripa. Bajón total. Por segunda vez se me sale la cadena, miro hacia abajo para ver si puedo meterla sin necesidad de bajarme de la bici y las gafas van directas al suelo. Murphy al poder.

Y otra vez para arriba. Soy adelantado por todos. Me anticipo mentalmente al momento en el que algún Asser me alcance, y esto no tarda en llegar. El primero es Pedro antes de llegar a Gabas. Resulta inevitable pensar ¿qué habría pasado si le hubiese esperado? Luego es el turno de Oscar, en la zona de la Presa. Me da muchos ánimos para no venirme a bajo, y creo que me facilita el cambio de chip. Llegados a este punto, resulta imprescindible marcarme submetas para eludir la situación real. Han sido muchas semanas de entreno, muchos sacrificios, lluvia, frío, madrugones… De manera intermitente tengo atisbos de recuperación. Durante los tres últimos kilómetros del Portalet me autoengaño diciéndome que la pájara ha desaparecido, y me aventuro a meter piñones para atravesar la cima aparentando estar en plena forma. Arriba aguardan a nuestro paso Elisa, Juan, mi hermana Sara y mis padres. Están dispersos y a todos no consigo distinguirlos. Como siempre en este punto de la prueba, la piel pasa a modo gallina. Según palabras suyas, mi plan de camuflaje pajaril fue efectivo ya que los engañé totalmente. Con quien no tuvo eficacia fue con mis maltrechas piernas.



De camino a Hoz una nueva salida de cadena, adelantamientos constantes a mi persona, y sensación de vacío total. En anteriores ediciones, incluso en la primera en la que hice un tiempo superior a once horas, el alcanzar el alto del Portalet supuso la tranquilidad de verme en meta. Pero en esta ocasión no sucede lo mismo. Estoy luchando contra mi mismo y el relojito dichoso. Tal y como me encuentro, solo tengo ganas de estampar la bici y tirarme en las playitas del pantano. Los dos kilómetros de Hoz son eternos. Aprieto los dientes y casi saltan los empastes del esfuerzo que me supone seguir a un ritmo vivo. Siquiera el coronar Hoz de Jaca consigue relajarme y visualizar meta. Compruebo que esa historieta que me he montado de hacer siete horas queda lejos de la realidad. Es más, el descenso ha de ser rápido si quiero cumplir el objetivo inicial, pero es que no puedo más!!!! Por suerte, consigo meter cabeza en un grupo prudencialmente grande. Creo que todos estamos mirando más el reloj que la carretera. Ahí no existen los relevos, solo hay sartenazos. Respondo a todos como puedo. Descubro que cuando te quedas sin energía en las piernas, hay depósitos de reserva en las uñas de los pies. Con ellas logro continuar dentro del grupo. Veo borroso, me siento abatido y a punto de desfallecer. Las gafas se me escurren del casco. El primer acto instintivo hace que las coja, pero la falta de reflejos y torpeza provoca que inevitablemente caigan… En ese momento vamos a más de 50 km/h y suponiendo que no se hayan roto o rayado, o no hayan sido machacadas por los que vienen detrás, ni me planteo parar a recoger los cerca de 100 € que se me acaban de caer. Estoy sufriendo demasiado para no descolgarme del grupo como para ahora abandonarlo por propia voluntad…

Por fin, nos acercamos a Sabiñánigo. Anhelo cruzar la meta como nunca antes. Al conseguirlo, veo a Fernando Alquezar ya acicalado, al otro lado de las vallas de meta. Joer!!! Menudo adelantamiento me ha tenido que hacer, que ni he sido consciente del momento. ¿O habrá tenido algún problema? Hago mis conjeturas y pienso que igual se ha retirado donde lo hice yo el año pasado, en la frontera del Portalet. A la postre comprobaría que así fue.

Enseguida encuentro a Roberto y Oscar. Cambiamos impresiones fugazmente y no tardo en rogarles, suplicarles, implorarles que dejemos esos artefactos del demonio mal llamados “bicis” y vayamos a beber, comer y tumbarnos al verde.

Progresivamente llegan el resto del grupo y conocidos de carretera. La verdad es que con mayor o menor grado de satisfacción, creo que todos los que hemos conseguido cruzar meta, hemos cumplido con los objetivos.

Roberto, una machine… Primera participación y 6:40. ¿Qué le echas a esos espaguetis? ¿Cuál será su techo?

Pedro, Oscar y Fernando. Unos devoradores de kilómetros, y que manera de subir. Un registro de 7:15 y mejora sustancial de cualquier tiempo anterior. Quien pillara esos 40, jejeje!! Introduzco a Fernando Alquezar, ya no solo porque sé que si hubiera terminado la carrera habría estado ahí o incluso más adelante, sino porque hace un año, yo estaba viviendo el papel que le toca a él. No puedo sino sentirme identificado. Sé lo que es pensar en lo más prudente, pero también sé lo que se sufre al no terminar. Mucho ánimo Fer!

Jorge Lucia; la mayor de las mejoras. De bronce a oro. De (como dice él) “fanegas” a tipín. De entrenos esporádicos y sin orden a otros estructurados y planificados. No podía ser de otro modo 7:41. Y lo que le queda, estoy seguro.

Paquito, el tapado. Haciendo lo mínimo es capaz de sacar el máximo. Mi cabeza ya está pensando en la maratón y, me infundes un miedo atroz. Aunque sepamos quien es la zapatilla a intentar seguir…

Gente como Pablo, Eneko, Jorge Martínez, Mikel, Angel… Personas con las que he compartido momentos majos, y con las que espero coincidir en otras ocasiones.

En definitiva, todo perfecto. Meta alcanzada con un tiempo de 7:23. Bienestar por lograr los objetivos que seis meses atrás cada uno marcó, y que tan optimistas resultaban. Aun con tantas bondades y complacencias, hay mucho más donde rascar. Sin duda lo mejor. El grupo al completo. Solo veo virtudes en vosotros. A algunos ya os habré contado mi primera toma de contacto con un grupo de carretera y lo desagradable que resultó. Otro incluso tuvo la suerte de presenciarlo en riguroso directo. Pasó mucho tiempo hasta que pude disfrutar de rodar en grupo, y fíjate que casualidad, ha sido con vosotros. Tan sencillo como que esta prueba es un día al año, pero hay muchos días detrás para alcanzar la forma en la que hemos llegado a ella. Sin grupo, sin motivación, jamás habría salido tanto ni tan bien. Así que asignaros la importancia que tenéis.

Una vez termine la Indurain (hoy mismo salimos hacia Pamplona), salvo alguna salida puntual, daré por terminada la temporada 2011. Mi cuerpo pide primero una tregua, y luego un cambio de tercio al atletismo.

Y a modo de “despedida”, decir que si todo sale como espero y deseo, es probable que el 2012 traiga consigo un proyecto de futuro que suponga cambios sustanciales en mí día a día. No… Que yo sepa no voy a ser padre… Es una apuesta profesional, y si prospera conllevará nuevas y necesarias ilusiones en otro ámbito diferente al deporte. La parte negativa es que con toda probabilidad, desparecería de las carreteras por un tiempo mucho más largo del deseado. Sin duda, es un hándicap importante que me hace replantear la decisión, pero como a día de hoy y por extraño que resulte, no vivimos del ciclismo, tengo que sopesar la retirada. Os mantendré informados. Grande la QH!!!